La pintora expone en El Ladrón de Agua
Noémie Busson.- Compartida entre Oporto y Granada, Fátima Doña vuelve con su exposición Piel cromática, esta vez en el hotel El Ladrón de Agua, en la Carrera del Darro. Las acuarelas y óleos de la joven pintora darán un nuevo aire a las paredes del patio del establecimiento que acaba de despedirse de la exposición 3 x Granada. La artista granadina ofrece una muestra que refleja la naturaleza en conflicto y en contraste con la creación del hombre. Una exposición colorida que invita al diálogo entre el origen del ser humano y sus construcciones. Retrato de una pintora dedicada, curiosa, detallista y optimista pero con los pies en la tierra.
Pese a su juventud, la pintura ocupa un lugar privilegiado en la vida de Fátima Doña desde hace años. No se podría decir que nació en un bote de pintura, pero casi. De pequeña se desenvolvió en un entorno rodeado de pinceles, paletas, caballetes y lienzos por la afición a la pintura arraigada en su familia. Recuerda que a ratos se atrevía a coger el óleo y ensayaba al lado de su madre aunque los resultados no cumplían todavía sus expectativas artísticas. Pero, poco a poco, su atracción por la pintura se hizo cada vez más evidente y a los 13 años decidió apuntarse a una academia de dibujo para aprender las técnicas, los entresijos de este arte y realizar cuadros más acabados.
Años más tarde, la creadora en ciernes se matriculó en Física en la Universidad de Granada. Pero tres cursos más tarde se dio cuenta de que el arte era su verdadero terreno. Empezó una nueva carrera en la facultad de Bellas Artes de la capital, aunque consciente de una salida laboral difícil. Una carrera sembrada de inspiraciones de tres ciudades, desde Granada, lugar de comienzo, hasta Madrid, donde finalizó sus estudios, pasando por Bruselas gracias al programa Erasmus. Una elección que le permitió ampliar sus fuentes de inspiración y evolucionar de manera libre dentro de su propio estilo.
“La mente para mí se nutre de cambios, entonces si estás siempre en el mismo sitio, con la misma gente, el mismo contexto, es muy fácil que te acomodes y que te vuelvas un poco perezoso. Creo que es interesante para la mente estar en un contexto nuevo donde no conoces bien las cosas. Si siempre pintas lo mismo no vas a evolucionar hacia ningún sitio. Hay que intentar hacer cosas que no controlas”, opina Fátima Doña. En cada ciudad donde tiene la oportunidad de viajar, siempre se impregna del espíritu del lugar, de su gente y de sus costumbres. Un proceso que requiere atención y observación, un requisito fundamental en el mundo artístico según la pintora.
EL ARTE DEL DETALLE
“La realidad está llena de detalles. Creo que cualquier artista en general tiene que ser un buen observador porque tienes que ver cosas que a lo mejor otras personas no se paran a ver. En ese sentido la relación entre la ciencia y el arte siempre me ha gustado porque la ciencia también implica mucha observación”, explica Doña. Una mirada aguzada sobre la naturaleza que la artista plasma en la mayoría de sus obras. Flores, árboles, paisajes, mar y detalles de su alrededor son unas de las temáticas con las que más disfruta a la hora de crear. “Veo un misterio especial en la naturaleza. Por mucho que se sabe cómo funciona me parece que siempre hay algo que no llegaremos a comprender. Siempre hay como una realidad más allá de lo que se puede ver y que me hace reflexionar en la maravilla de ¿por qué tiene esa forma?, ¿cómo ha crecido?, ¿por qué esos colores?, ¿en qué consiste el concepto de belleza?”, cuestiona.
“Cuando estoy con un cuadro, incluso me molesta tener que salir de casa para ir a comprar o comer”
Sus mayores fuentes de inspiración proceden de la naturaleza y la realidad, aunque también reconoce haber recibido influencias de pintores como Salvador Dalí desde que vio el famoso cuadro La persistencia de la memoria, en el que aparecen relojes blandos. William Blake, por su forma de pensar, sus facetas intelectuales y sus inquietudes, pero también Joaquín Sorolla, por su técnica, el personaje y su vida. Aunque la artista no quiere encerrarse en ninguna corriente porque se considera en perpetúa búsqueda, sí se decanta por una técnica: la acuarela. Un método que intenta explorar en profundidad atraída por su fluidez, su limpieza, su carácter incontrolable e irreversible. Un punto de dificultad con el que la artista goza enfrentarse y que compara a la vida misma: “una danza entre lo que controlas y el azar”.
CONCENTRACIÓN Y ESFUERZO
A pesar de su inclinación por la acuarela, es ávida de todo tipo de técnica. De hecho, ya ha explorado muchas disciplinas como el óleo, el dibujo, la escultura, el pastel o las técnicas multimedia, entre otras, dado que cree que un artista debe saber expresar sus ideas en distintos medios. Pero detrás de su sed de exploración reconoce que un artista tiene que especializarse y revela que no le gusta perderse en demasiadas técnicas al mismo tiempo porque al final no consigue concentrarse en nada. La concentración y la inspiración las encuentra en la música, una herramienta sin la cual no podría pintar según sus palabras. En su casa siempre suena algo de Wim Mertens o Michael Nyman a la hora de coger el pincel, unos compositores modernos minimalistas. Un momento especial en el que se lleva mucha energía. “Cuando estoy con un cuadro, incluso me molesta tener que salir de casa para ir a comprar o comer”, confiesa entre risas.
“Para mí es muy importante ver que hay talento, creatividad, manejo de la técnica y esfuerzo”
Pero el secreto de un buen cuadro y del arte en general no solamente descansa en la concentración. “Para mí es muy importante ver que hay talento, creatividad, manejo de la técnica y esfuerzo. Porque sin ello puede haber alguien que pinte muy bien pero si no se esfuerza este talento se pierde. Estos elementos son fundamentales y en el arte no los veo siempre”, aclara Doña.
En cuanto a su obra, hacia la cual dirige una mirada muy humilde, pretende comunicar a la gente serenidad y reflexión por encima de todo. “El tiempo es como muy limitado para todo y quiero transmitir una sensación de tranquilidad, de que no es tan importante medir el tiempo todo el rato sino vivirlo. Ser consciente del momento, de lo que estás viendo y ver que cualquier cosa puede ser maravillosa. Cualquier detalle de la realidad puede inspirarte para otras cosas”, manifiesta.
Fátima dedica cualquier hueco que tenga en el día a la pintura pero de momento no puede vivir solamente de su arte, como muchos artistas emergentes, debido al mundo exclusivo y cerrado del ámbito. Una situación que no facilitan ni ayudan a mejorar gran parte de las galerías, por su mentalidad tradicional y su carácter comercial indefectible, y el contexto actual de crisis. “Estamos en un periodo de decadencia de todo en el que las cosas más fundamentales se ven afectadas por lo cual la gente suele ver la cultura como algo accesorio. Pero creo que el arte siempre es mucho más necesario cuando hay momentos de crisis y de grandes carencias. En la vida el hombre siempre ha necesitado una vía de escape como escuchar música o contemplar un cuadro que te haga olvidarte un poco el cotidiano”, estima.
ESCENA GRANADINA
En cuanto a la actividad artística granadina, valora mucho la multitud de propuestas culturales que la ciudad ofrece donde confluyen distintos ambientes en los que muchas personas se pueden sentir cómodas. Además, la pintora menciona lugares tan indisociables de la ciudad como son la Madraza, la Universidad o bien la Alhambra, que hace siglos permitieron las confluencias culturales. “La Alhambra no hay más que verla es una obra de arquitectura increíble. Era un lugar de intercambio de cultura y de conocimiento muy interesante y creo que lo ha sido desde tiempos muy remotos. Esto hace que sea una ciudad que tiene este espíritu cultural que se contagia”, considera.
“Creo que no hay tanta cultura de la pintura en Granada como la puede haber de música o gastronomía”
Sin embargo, respecto a la pintura piensa que la gente no valora lo suficiente esta rama del arte pese a la amplia oferta que propone la capital a nivel de exposiciones como el centro José Guerrero cuya labor admira. “El Parque de las Ciencias recibe muchas muestras, a veces son de arte como la de Escher que tuvo mucho éxito, pero además de este lugar hay muchos sitios donde se expone en Granada y si la gente no va a las galerías, acaban cerrando. Es como todo, si los cines pequeños o el pequeño comercio no tienen público, acaban cerrando”, razona.
“Creo que no hay tanta cultura de la pintura en Granada como la puede haber de otro tipo de cosas como son la música o bien la gastronomía. Es un poco triste porque en otras ciudades se ve que la gente lo valora mucho más”, deplora. París, Bruselas o bien Oporto son ciudades donde fluye una visión más abierta a nivel de pintura según la artista. Una actitud frente al arte en España que podría evolucionar de manera más positiva al revisar uno de los pilares fundamentales: la educación. “La enseñanza como está diseñada ahora mismo no fomenta la creatividad en absoluto. Es como todo muy práctico, enseñan a memorizar muchas cosas pero no a pensar por ti mismo ni a crear. No te dan unos elementos y te dicen: “Crea algo”. Es muy raro que algo así suceda aunque debería ser natural. Creo que la gente pensaría de otra manera si la educación fuera distinta”, expone.
TIEMPO, LUZ Y ESPACIO
En cuanto finalice su exposición en el hotel El Ladrón de Agua, el próximo 7 de abril, Fátima Doña tiene previsto cerrar el ciclo de Piel Cromática para empezar un nuevo proyecto. La artista ya ha empezado a realizar algunos bocetos e investigar la escultura de la Grecia clásica y de Alejandría cuyas influencias podrían verse reflejadas en sus próximos cuadros. “La obra que tengo en mente es un poco más minimalista pero también con mucha simbología, una obra como más compleja”, desvela.
“Mi sueño es vivir del arte, que no es poco, pero no necesito gran riqueza siempre que me dé para llevar una vida sencilla, compartirlo con la gente y con eso sería feliz”, declara. Un poco más de espacio y de luz también son herramientas con las que fantasea. De hecho las paredes de su casa empiezan a quedarse pequeñas y los cuadros invaden poco a poco su hogar, hasta su terraza abriga algunas de sus obras. En suma, unos deseos sencillos para una joven pintora que no pretende ser famosa sino más bien disfrutar y divulgar su arte.